Después de una larga y angustiosa agonía, el grupo que fuera
conocido como El Teatro Del Barrio, expiró aproximadamente a las 17:30 del día
sábado 14 de mayo de 2016. En coma desde años, sus deudos no se atrevían a dar
el paso doloroso pero necesario: desconectarlo del respirador artificial y
acabar con la esperanza de una recuperación milagrosa.
Desde 2007, aferrados a la idea extemporánea e impracticable –como
se demostró más tarde- de mantener a contracorriente el teatro de grupo,
apostaron por la comunidad, el juego y la duda. Pocas pero sustanciosas fueron
las obras que se construyeron en esta línea: Pastillas para no soñar (2008), La
Casa (2009) y Puka Runa (2010). Además
de algunas intervenciones performáticas y las obras antes mencionadas queda la
sala La Peripecia de Baños de Agua
Santa, gestionada por el grupo entre 2013 y 2014. La única construcción que
respira aún es Un Retorno a Pie (2012),
viaje hacia otro espacio, único puente posible a otra vida.
Los integrantes no abjuran de sus principios. Entienden que
en esta “modernidad líquida” solo es posible la insoportable levedad. Convocan
al poeta –parafraseándolo- para decir
con él: “tal vez bajo otro tiempo la gloria nos sonría, el teatro es claro,
undívago y abierto como un mar”. A renglón seguido se juzgan a sí mismos y
advierten que les es oscuro el significado de “undívago”, además el de “gloria”
es antipático, ridículo, rancio y deciden terminar el presente obituario con el
clásico y familiar grito de guerra: ¡A la mierda!